Para Lucho que tampoco entiende nada y, espero, nunca lo haga.
“No entiendo nada!” decía Catalina en la obra “Catalina y el
circo de los sueños” a lo que mi personaje le respondía “Aquí no hay nada que
entender querida mía, solo debes abrir los sentidos y tu corazón y dejarte
llevar!”.
Cuando le conté a mi psicóloga sobre la obra era obvio que
yo parecía más el personaje de Catalina, que el de Gaia que era con quien
dialogaba. A medida que pasó el tiempo cada vez que había algo inexplicable o
que era contradictorio y alguien decía “No entiendo nada” nos reíamos porque en
la obra sedecía con determinada entonación y quedó como un chiste interno.
Pasó el tiempo y me encontré muchas veces diciendo esa frase
y repitiéndola en la entonación de Cata. Hasta que un día no me dio más risa. Sino
que me sentí muy confundida, porque la había incorporado a mi vida más de lo
que quería.
Siempre fui muy observadora y me sale naturalmente analizar
cómo las personas llegan a ciertos procesos mentales o conclusiones. A partir
de ese momento fue mi mantra encontrar donde estaba lo que yo me estaba
perdiendo para no entender nada.
Fue peor aún: ya ni siquiera no entendía o me sorprendían con
reacciones jamás imaginadas sino que en algún punto me di cuenta de que
hablaban otro idioma y me sentí de vacaciones en China, pero sin haberlas elegido, sin plata y
en el mismo lugar de siempre.
De esto hace un año y medio más o menos y sigo igual. Realmente no me gusta como la mayoría de la
gente está jugando su vida. No entiendo la histeria, la mentira, la falsedad.
Ni siquiera me esfuerzo como antes en encontrarle un porqué, solo sigo
adelante. La cosa se pone difícil cuando la gente que uno ama dice cosas en
chino. Como por ejemplo, contarles a mis seres más cercanos que no aguantaba
más trabajar en una empresa que me estaba enfermando, que me quedaba sorda
cuando entraba y escuchaba maravillosamente cuando salía, que nunca me había
sangrado la nariz y era cuestión de pisar la vereda y tener que asfixiarme con
pañuelos para no mancharme la ropa, etc, etc y ellos respondían “Pero y que vas
a hacer si renunciás?” A lo que yo respondía “No sé”, “y la jubilación?”, “que
sé yo! Me faltan 35 años para jubilarme” y cuando pensaba en 35 años se me
cerraba la garganta.
Yo tenía que irme de ahí, pero me pesaba mucho la mirada del
otro sobre mi accionar. Estaba muy angustiada y una persona hermosa un día me
mandó un mail diciéndome “Pero no entiendo nada: cuando vas a hacer lo que te gusta?”.
Esta persona no me conocía mucho cronólogicamente pero si de alma y nunca se
equivocaba. Le respondí “No sé”. Y a partir de ese momento no dejaba de
repetirse la pregunta como un buble en mi cabeza “Cuando? Cuando? Cuando?” y me
fui a dormir.
Cuando me desperté me di cuenta de que algo estaba raro,
algo había cambiado. Me llevó unos pocos
segundos que había decidido renunciar y como un astronauta a punto de despegar
chequeé todos mis sistemas:
“Y que van a decir papá y mamá?” : No lo sé, pero no me
importa, ellos ya tuvieron su vida para elegir, me dieron lo mejor de ellos
para que yo pueda ser quien soy, ahora me toca a mi y si no les gusta tendrán
que aceptarlo como todas las cosas que aceptamos entre gente adulta que se ama.
“Y mi novio?” : No lo sé, pero si él estuviese en mi lugar
no hubiese dudado un segundo en hacer lo que sentía”
“Y la gente que cree que voy al psiquiatra porque simulo?” :
No lo sé, pero si sé que esa gente necesita verme un tumor gigante en el hombro
para creerme y si es así, yo ya no les creo a ellos y no los quiero en mi vida.
“Y si me quedo sin plata antes de encontrar trabajo?”: Me
chupa 5000000 de huevos! Quiero placer. La plata no es placer. Buscarle un
sentido es placer.
Me levanté de la cama y casi me caigo: me había sacado 2000
kilos de encima y me sentía liviana.
No me importa más, o mejor dicho quizás me importe pero no
dejo que me paralice, el hecho de que esas personas quizás sufran, pero yo no
les estoy haciendo ningún daño. Por lo menos no directamente y es bastante
difícil ir por la vida sin tocar a nadie. De eso se trata vivir.
Así que desde ese día no me pregunto más porque la gente se
compra un Andrioid pero se quieren matar cuando se da cuenta que el bluetooth
está encendido, si tienen Facebook pero no quieren que los etiqueten, o se
enojan si alguien “roba” amigos, o espía fotos (está para eso muchachos!), que
si se reciben es una tragedia encontrarse a un paciente en un “encuadre”
diferente al consultorio.
Por supuesto sigo siendo yo: sigo observando, sigo
preguntando, me sigo poniendo triste, pero de otra forma. Y los demás no me
entienden a mi. Pero no importa tampoco!!!
Hasta ahora he hablado sobre la mirada del otro sobre uno,
pero que sucede cuando es la mirada de uno sobre otro es la que produce cierta comezón? Específicamente
hablando de relaciones amorosas. Siempre se llega a un punto en la relación en que uno cree
que sabe por qué la relación de tu actual fracasó con su ex. Si , si, me he creído
experta en donde había estado la falla y alguno que otro me creyó o me dio la
razón. Este análisis siempre en base a lo diferente que soy de esas exes y lo
buena que soy como actual. Y lo malas
que son las actuales, bah en realidad solo una.
Sucede que me chocado con gustos, ideologías y causalidades
que no me diferencian tanto de esas personas por amigos en común, por hermanos
de hermanos, por amigos de exes…(Adjunto
imágenes, la ideología no puedo hacerla gráfica como evidencia tangible). Mi
mamá diría: “Eso es inseguridad” y yo le respondería: “Y bueno mamá, será inseguridad.
Te felicito por ser tan segura de vos y de tus relaciones, pero te pusiste
celosa de mi gato”. Y si. Es imposible no ser inseguro en algún punto: laboral,
amoroso, sexual, elijan…
Y me dí cuenta de que esas similitudes daban lugar a que mi
actual podría llegar a ser mi ex si en algo me parecía a ellas.
También se hizo más evidente lo obvia que soy al elegir pareja:
comunicación, sin o con, emoción, parece ser mi talón de Aquiles. Que sea
periodista de radio, de tv, de revista, periodista gráfico, diseñador gráfico y
todas esas palabras combinadas entre si.
Fue un buen debate en mi cabeza, que no quiero contar como
terminó, pero que me sacó una sonrisa con una sola comisura de la boca…porque
ahora realmente sé que soy única.
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