El zochori de dorapa
Uno de mis juegos preferidos cuando era chica era acostarme
con las piernas en la cama y dejar el resto del cuerpo caer hacia atrás casi
tocando el piso con la cabeza ( Y mi cuento preferido "Alicia..."). Podía quedarme así horas mirando como sería
vivir en ese mundo. Por ejemplo, una viga se tornaba un estante, las aguas del
techo de madera podían ser carriles de carrera, los nudos de los troncos se
convertían en criaturas casi siempre espeluznantes. Este juego era casi siempre
interrumpido por mi mamá diciendo que hacer eso hacía mal porque se me iba
demasiada sangre a la cabeza. Falso: me encargué de averiguar que el único
efecto secundario que tiene es que si uno se levanta muy rápido te podés marear
pero que se utiliza para quitar el dolor de cabeza, el estrés y demás. Existe la
posibilidad de que si tenés un coagulo de sangre y jusssssto te pusiste de
cabeza te tape alguna cosita, pero tenés que tener mucha mala suerte.
Con esto de gustarme estar al revés me di cuenta de que no
solo cambia la perspectiva si uno literalmente pone su mente al revés sino que también
sucede cuando lo hace psicológicamente.
Desde que vivo en Capital sin querer mi cabeza se convirtió
en una tabula rasa. Dispuesta a aprender cualquier cosa. Hay pocas cosas que me
chocan del cambio por ahora. Una de ellas es el calor. Me choca en todas
partes, cuando empieza a haber un día de calor y de sol atrás de otro me agarra
un malhumor asqueroso.
Por este tema del calor noté que una de las cosas de las que
más nos quejábamos con mi amiga Manu era que no podíamos salir a bailar y estar
bien vestidas a la vez pareciendo una cebolla por las capas de ropa que
teníamos que llevar. Acá eso es problema resuelto: nunca hay que llevarse
abrigo a la noche! No hace frio y podés
estar en vestido como tanto nos gustaba hasta la madrugada. En Capital es al
revés: tenés que llevar abrigo para estar adentro porque el aire acondicionado
te mata.
Todavía no conseguí trabajo fijo y ya me estoy desesperando.
Por dos cosas: porque TENGO que tenerlo y porque no QUIERO tenerlo. De solo
imaginarme otra vez en una fucking oficina me muero de angustia. Todos
pensarían que seguramente ahora va a aparecer algo: no, acá es al revés, desde
el 15 de diciembre hasta marzo se muere todo. La gente juega a ser estatua. En
Mar del Plata juegan a ser autitos chocadores.
En mi antigua casa la llegada del verano suponía tardes
silenciosas, ya que los niños se iban a la playa. Acá no, es al revés: al vivir
en un complejo de edificios con parque, los niños son como hormigas rojas donde
se cayó una azucarera.
Antes se suponía que no me veía con mis amigas de acá por la distancia
física y que con las de allá me vería siempre debido a la cercanía. Ahora es al
revés: no me veo tanto con las de acá por la distancia de agendas y no me trato
más con las de allá por la distancia mental.
Hace unos años vivir a unas cuadras de una persona de acá
suponía un anhelo. Acá no, es al revés: vivir a unas cuadras de esa persona
supone una amenaza nacional que pone en peligro el equilibrio del gobierno.
Cuando vivía allá mi sueño era ir de casting en casting sin
importar de que se traten. Acá no, es al
revés: he ido a tantos castings que ya hasta me tomé semanas de no contestar el
teléfono para digerir tanto rechazo.
De hecho mientras estaba allá, nadie de allá triunfaba acá.
Ahora no, es al revés: contratan con exclusividad a esa gente. Por supuesto no
a mí. Ni va a suceder. Porque cuando todos terminaron el colegio y empezaron
una carrera yo no, hice al revés: tuve que dejar la facultad porque tuve una
suerte del orto que me hizo operarme mil veces y por más que después de 14/15
años esté “bien” hay secuelas que el cuerpo no puede volver atrás. Por más que
entrene como loca, me mate haciendo dieta y se me caigan los dedos de discar y
mandar mails ese papel no va a ser mio nunca jamás. Y lo que más deseo en todo
el mundo es dejar de amar esa profesión, dejar de sentirme yo cuando estoy en
el escenario o filmando, dejar de sentir como corre la sangre por mis venas
cuando puedo ser quien me pidan que sea. Acá no, es al revés: lo amo más que
nunca.
Canción para la ocasión: https://www.youtube.com/watch?v=DgbizMfIxms
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