FIESTA, QUE FANTASTICA, FANTASTICA ESTA FIESTA

Domingo. Día previo a un feriado nacional. Fin de semana largo en ciudad turística. C.M nos invita a una fiesta que organiza el gimnasio donde va. La fiesta se lleva a cabo en un boliche bailable que tiene ambientación árabe (más tarde me di cuenta que nada bueno podía salir con esa premisa).
Vamos S.M, C.F, C.B, C.M, su novio profesor del citado gimnasio y yo.
Cuando entramos veo una pareja bailando salsa desenfrenadamente, cuando sigo caminando por el lugar veo que las parejas se multiplican por doquier, ya que una de las clases más concurridas del gimnasio es la de salsa y sus participantes aprovechan esta noche para mostrarnos sus dotes. Bailan como si se les fuese la vida en eso, revolean patadas, los hombres hacen ademanes chayannescos, las chicas se refriegan en la pelvis de su acompañante y todo con una expresión en la cara como de honda concentración. Sé que soy poco tolerante a estas cosas y que peco de prejuiciosa pero no puedo dejar de pensar que algo está mal. ¿Qué pasa con esta gente? Una cosa es aprender a bailar salsa y practicarlo de vez en cuando en algún lugar que sea propicio, pero ¿hacer ese tipo de espectáculo? Esta gente tan fanática tiene una necesidad imperiosa de mostrarse, ocupan al menos 5 metros cuadrados del lugar para desplegar sus pasos, empujan al que se cruce, y si estás por ahí te comes codazos, patadas o cualquier otro golpe. Estoy segura de que si pusieran música en la plaza, el subte, la facultad o donde sea se ponen a hacer lo mismo. A lo que voy es a lo siguiente: creo que no sólo lo hacen por un gusto personal de bailar, en este momento hay una moda o una postura a adoptar: que esta buenísimo participar de ese habitus. Y no solo me refiero a la variedad salsera: pasa lo mismo con los fana del tango, hip hop, danzas árabes o el nuevísimo “ritmos africanos contemporáneos” (¿¿¿¿¿Lo qué?????).
Pasaron muchas canciones de salsa (Incluida la detestable canción esa que dice: “y se menea, menea, menea compadre, y se levanta, levanta, levanta un fuego en mi compadre...”). Con S.M pedíamos imperiosamente Miranda!, Rock Nacional o aunque sea marcha!!!!
En un momento piden que se abra la pista porque van a hacer una muestra de Danzas Árabes. La odalisca era un poco grande para serlo, pero le ponía mucha onda. Y más tarde hicieron lo mismo por la muestra de Danza Brasilera.
A esta altura ya estaba muy embolada del lugar en sí, pero me reía mucho con mis amigas de ver la cantidad de especimenes que se encontraban ahí. Era una mezcla muy heterogénea de gente: desde señores cincuentones con pelo blanco a lo Cóppola, hasta chicos de no más de 17 años vestidos como Eminem.
La conclusión de la noche fue que a S.M y a mi no nos gustan los hombres de pelo en pecho y a C.F si (No escuché que decía C.B de esto), que a mi no me gusta dormir abrazada a nadie y a C.F si, que a ninguna nos gustan los hombres de musculosa, ni de camisa desabrochada, ni con medallones, medallitas o cadenas colgando, que a S.M y a mi no nos gustan los hombres que saben bailar (Y yo agrego que ninguno que guste de mostrarse en general, para estrella estoy yo), que a C.F y a C.B si les gustan los que se mueven.
Cuando ya nos habíamos puesto las camperas para irnos, no sé como, un grupito de tres chicos se acercó a hablar (Ya los habíamos visto y S.M y yo concluimos que no deberían tener más de 12 años...) y uno de ellos me dijo que se acordaba que hace dos años me había visto en la biblioteca de la facultad usando una remera de Daria. No podía creer que alguien tenga esa memoria!!! Fue como el toque de color en una noche negra. Me gustan ese tipo de cosas raras. Me atrae la idea de la gente que presta atención, que mira pero que también ve, que baila pero tiene conciencia de su propio cuerpo y del de otro y no pega ni pisa ni empuja.
Por todo esto y mucho más: Salir a bailar: 0 - Dvd y chocolate en casa: 1.
Pd: Demás está decir que cuando cruzamos el umbral del lugar perdimos a C.M en brazos de su amado...